jueves, 12 de julio de 2007

XXXVIII-La caza en Benquerencia

Los recursos cinegéticos de Benquerencia siempre han tenido una gran solera y tradición. Antiguamente se cazaba por placer y, en algunos casos, como aporte económico ya que, tanto las bravas perdices, como las escurridizas liebres tenían una cotización bastante buena entre los compradores de Castuera.


Cazadores de Benquerencia
La caza se aprovechaba como fuente alimenticia y con ella se preparaban suculentos platos como: Arroz con liebre, perdiz o conejo al ajillo, perdiz en escabeche, etc. que hacían las delicias de los lugareños.


La gestión cinegética actual corre a cargo de la Sociedad de Cazadores "El Venao" creada en el año 1982 y que está realizando una importante labor que, esperemos, pronto dará sus frutos.

Años 50-60

Ante la falta de medios de comunicación para desplazarse a otros lugares, la carencia de diversiones y la ausencia de la TV la caza en Benquerencia tenía, en aquellos años, una extraordinaria importancia tanto en el aspecto deportivo, en el gastronómico e incluso, yo diría, en el social.

Había dos especies reinas en aquella época: La liebre y la perdiz roja.

La liebre se cazaba en la Serena y en los olivares cercanos al pueblo.

En una jornada normal de caza se reunía una cuadrilla de 10 a 15 cazadores (todos los aficionados a cazar del pueblo) y salían por el camino de la Fuente.

Reparto de piezas cobradas

Al llegar al “Lejío” se abrían en ala y antes de la vía ya se habían levantado las primeras “rabonas”.

Como anécdota diré que algunos cazadores se enfadaban cuando las mataban nada más comenzar ya que se las tenían que colgar y llevarlas hasta el huerto del Colmenero que era el lugar donde se hacía la primera parada.

Normalmente les acompañaba Manolito de la Reyes y su burra cargada con unas aguaderas en la que se distribuían los espacios de la siguiente manera:

Uno para la garrafa del vino, otro para las talegas con las meriendas y los dos restantes para la caza que se iba matando.


Se hacía una especie de herradura que pasaba por la izquierda de la mina de la Gamonita, se llegaba hasta arroyo del “Mejaral” y ya, dirección Benquerencia, se paraban a comer en el huerto del Colmenero.

Yo era un crío que les acompañé muchas veces y puedo decir que nunca vi entre ellos ni una discusión, ni un enfado que se saliera de tono. Eran unas jornadas de caza sencillamente deliciosas.


Las fincas que se cazaban eran, si no recuerdo mal, Valle Hondo, los dos Matasanos (el de arriba y el de abajo), "Jatolobo" y la "Gilera"(sin permiso de "Caballito", el guarda), que era nuestra pesadila, aunque ahora tengo que reconocer que cumplía con su abligación de guarda y que, por tanto, le pido disculpas en nombre de los de aquella época.


Quiero recordar y poner como ejemplo de buenos cazadores de aquellos tiempos al Vaquero, Triviño, Angelito, Salvador, Santiago (Rorro), los hermanos Emilio, Víctor y Juan del Correíllo (padre y tíos míos), Antonio de Macandito (con sus ganchos de cuerda), Claudio ( que tenía una extraordinaria habilidad para ver las liebres encamadas y las mataba con un garrote), El Chato de Roque, Carnera, Pizarro, Caballero (padre), El Chico de Calixto y otros muchos de los que quisiera recordar sus nombres.



El Tete y José Emilio


Reparto de caza en el Pozo Luis

En la puerta de Las Chonchas se hacían tantos montones como cazadores habían formado la cuadrilla y, con unos números de un calendario que siempre llevaba Rorro, se repartía la caza(de 3 a 5 piezas por cazador en una jornada normal).

A finales de los 50 y comienzos de los 60 se cazaban las perdices y las liebres dando puertas (ojeos). La cuadrilla se dividía en dos grupos. Mientras uno avanzaba agrupado, sin hacer ruido, y se colocaba por delante a unos 600-800 metros el otro esperaba 10-15 minutos y comenzaba a batir el terreno para que la caza se dirigiera hacia el grupo delantero.

Las perdices pasaban por encima de las escopetas y se producían unos lances preciosos.

Los días de viento era dificilísimo abatirlas ya que al entrar de pico y a enorme velocidad había que calcular muy bien los pocos disparos de que uno disponía (la mayoría de las escopetas eran de un sólo cañón). Las puertas más famosas eran la de “Rancapinos”/Cortijo del Vaquero, Pedriza de la Clemorisa, Castaños de Canela, Verilleja y “Andaque”.
Los más jóvenes practicábamos otra caza diferente. El arma utilizada era el tirador, hecho con dos gomas , una horquilla y un trozo de badana y la escopeta de plomos. Algunos se fabricaban un arco con las varillas aceradas de los paraguas que era mortal en cortas distancias. La especie preferida eran los gorriones (sobre todo los volantones que aguantaban más en las higueras) pero siempre caía alguna coguta y algún que otro triguero. Era increíble la pericia con que algunos manejábamos estos instrumentos.

Los lugares preferidos eran: El tejado del Ayuntamiento, los morales, las higueras de las cercas de debajo de la carretera, la huerta de "Fanjo" y las lagunas.


También era típico por aquellos años cazar ranas por la noche con un carburo o linterna y una tableta con puntas.


Hay que recordar que por aquella época no estaba prohibida ninguna de las artes aquí relatadas .


Cazadores de Benquerencia





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