martes, 17 de julio de 2007

XV-El Castillo

Castillo de Benquerencia

Melida cree que debió de ser una alcazaba, por tanto, albergando una población en su interior, lo que no dudamos, si bien, a finales de la Edad Media, alejado el peligro musulmán al Sur de la Península, y por las lógicas necesidades de expansión urbana, acrecentadas por la dificultad de vivir en terreno tan accidentado y constreñido, la población se asentó fuera de los muros, al pie del castillo y del cerro.

Sería reconquistado por los cristianos en tiempos de Fernando III el Santo en 1236. Pasó a ser administrado por la Orden de Alcántara hasta 1241 cuando se produce la donación.

En todo momento la fortaleza no dejó de recibir añadidos y reformas, adaptando la primitiva fortaleza militar a funciones de tipo residencial y doméstico.

Las tareas que le compitieron a la fortificación, además de las propiamente militares que ocasionalmente desenvolvió, fueron especialmente repobladoras y administrativas, si bien con el paso del tiempo decayó su importancia.

A mediados del siglo XVI el castillo acusa graves deterioros y, aunque se producen algunas reparaciones, no llega a efectuarse su restauración definitiva, iniciándose aquí su ruina y abandono. Pese a ello se registran las restauraciones de algunas de las torres, así como en el aljibe y en los aposentos del alcaide.

Es una fortaleza de grandes dimensiones, como corresponde a las alcazabas musulmanas, con espacio suficiente para albergar en su interior todo tipo de instalaciones y servicios.

Su trazado es irregular, adaptado a las más elevadas curvas de nivel y aprovechando en beneficio propio los acantilados y accidentes propios del terreno.

La constitución de la fortaleza es de mampostería y tapial, producto de la adición de obras cristianas a la primitiva fábrica musulmana.

Pueden contemplarse dos recintos: el cuerpo principal de la fortaleza, en lo más alto, y una barbacana o antemuralla en el lado del mediodía y levante, a más bajo nivel.

Del recinto interior sólo se conservan restos arruinados. La entrada principal estaba situada en el lado de levante y estaba formada por dos cubos semicilíndricos que se unían con un arco y bóveda; debajo se encontraba la portada con su zaguán y encima los aposentos, los andenes y almenas de la muralla.

A mediados del siglo XVI eran varias torres las que jalonaban el recinto: del Homenaje, de Montánchez, de los Enamorados, del Águila. Actualmente se pueden identificar los restos de la torre del Homenaje en la parte sur-oriental.

Aljibe

Existen tres aljibes: Aljibe musulmana de planta rectangular, casi cuadrada, mide 7,20 m de ancho y 6,80 m de largo. El fondo debió estar algo más de 1 m de profundidad, con 2 m sobre el nivel del suelo exterior. Es de ladrillo y enlucida por,, ,algunas partes. Estaba cubierta con tres bóvedas de cañón de este a oeste formando varias naves. Sólo se conserva la parte inferior del vaso, el arranque de las bóvedas, los huecos de los pilares y los cimientos centrales.

Aljibe de la reconquista de estructura circular, fabricado en mamposteria ordinaria(argamasa de cal y barro).Consta de dos cuerpos: el cilíndrico que está por debajo de la roca y a partir de ésta empieza el arranque de la bóveda que es de media naranja. Está enlucido y encalado dos veces. Se conserva el vaso que se encuentra dentro del patio de las aljibes.

Obras en el Castillo:

En todo momento la fortaleza no dejó de recibir añadidos y reformas, adaptando la primitiva construcción militar a funciones de tipo residencial y doméstico, como las nuevas exigencias de los tiempos imponían.

La mayoría de estas obras se realizan en el siglo XVI y están perfectamente documentadas. Entre 1524 y1530 se invierten en obras y reparaciones de la fortaleza 171.280 maravedís en ocho entregas:

32.500 maravedís a Francisco Espinosa, albañil, por libramiento de Hernando Laso,"obrero de las obras de las posesiones y fortalezas de La Serena" el 30 de marzo de 1524.
14.400 mrs. a Rodrigo Caballero por libramiento de Hernando Laso el 4 de marzo de 1525.
70.000 mrs. a Juan Rodríguez por libramiento de Hernando Laso el 4 de mayo de 1525.
16.500 mrs. a Diego Rodríguez por libramiento de Hernando Laso el 8 de febrero de 1526.
16.900 mrs. al Comendador Francisco de Miranda en Sevilla a 7 de mayo de 1926.
3.000 mrs. a Diego Rodríguez por libramiento de Hernando Laso el 27 de julio de 1529.
14.460 mrs. a Diego Rodríguez en Madrid el 12 de agosto de 1530.
3.750 mrs. a Diego Rodríguez en Madrid el 13 de agosto de 1530.

La segunda tanda de las obras se realiza en 1553, como consecuencia de la petición que formula el Teniente de la fortaleza, Miguel de Ávila, en nombre del Alcaide Juan de Toledo. Éste había puesto en conocimiento del Consejo de las Órdenes el mal estado en que se encontraba la fortaleza, denunciando que se podía subir por muchas partes, que no tenía puertas ni ventanas, y que algunas de sus torres estaban medio hundidas. Ello da lugar a una Real Provisión de Carlos I fechada en Madrid el 6 de mayo del año 1553 por la que se ordenaba al Juez de Residencia del Partido de la Serena que realizara información y tasación de los desperfectos y obras necesarias.

El 20 de noviembre de 1553 se presenta esta Provisión en Villanueva de la Serena. Inmediatamente se hará visita a Benquerencia con Rodrigo Caballero, maestro de cantería y carpintería, y Andrés y Hernando Trejo, padre e hijo, maestros de albañilería. Éstos realizaron su informe y tasación entregándolo el día 25 de citado mes, en la misma villa de Benquerencia. A través de esta tasación hemos podido informarnos de algunos de los elementos que constituían la fortaleza de entonces, así como del estado en que se encontraba.



Torre del Castillo

Entre las intervenciones que son imprescindibles cabe citar las siguientes:

Reparar la puerta y acceso principal.
Rehacer los adarves junto a la misma.
Reparar la torre de Montánchez.
Acondicionar los caños de la Aljibe.
Restaurar la torre de los Enamorados.
Enmendar los importantes desperfectos de los aposentos del Alcaide ("porque no ay otro aposento en el que se pueda bivir")
Reparar y cubrir la torre del Águila.
Rehacer la tahona y la cocina.

No parece que estas obras se lleven a efecto de inmediato pues al año siguiente se repite el proceso dando el rey Carlos I Provisión en Valladolid el 18 de mayo de 1554. Parte de estas obras se llevaron a cabo. En la década de los 70 del mismo siglo se acometen otras intervenciones constructivas y algunas de las que anteriormente quedaron por hacer.

En septiembre de 1571 Felipe II dio una Real Provisión por la cual se ordenaba al Gobernador del Partido de la Serena que se pusieran en pregón las obras de la fortaleza de de Benquerencia. Previamente, el 26 de mayo de 1571, se había hecho la descripción y tasación de los desperfectos, a cargo de los maestros Cristóbal Romero y Andrés de Trejo.

Las obras a realizar eran las siguientes:

Reparar algunos lienzos de la Torre del Homenaje.
Hacer una canal maestra de cantería hueca para que recogiera las aguas de los tejados del patio alto y la condujera al aljibe.
Traer 23 piezas de cantería.
Reparar varias estancias, cocina y salas.
Reparar algunos lienzos y adarves.

Al año siguiente Felipe II dicta una segunda y definitiva Provisión (6 de mayo de 1572). Para su cumplimiento, el Gobernador de La Serena D. Hernando de Vega, dispone la publicación y pregones correspondientes, los cuales se ejecutan desde el 31 de julio en las villas de Campanario, Cabeza del Buey, Zalamea, Benquerencia y Castuera.



Castillo de Benquerencia

La obra sería rematada a Cristóbal Romero, albañil y cantero vecino de Zalamea por la cantidad de 230.688 maravedís. A,, mediados del mismo año se había realizado la mitad del trabajo. Para la comprobación e informe de lo realizado se enviaría a la fortaleza a los maestros Duarte Muñoz y Alonso Estéban, quenes realizaron la visita el día 12 del mismo mes de julio.
Inusitadamente la obra se terminaría en menos de un año; los trabajos habían concluído en noviembre de 1574.

Decadencia y abandono.
Veíamos anteriormente la persistencia de la vitalidad de la fortaleza hasta el mismo siglo XVI, ya entonces vinculada con funciones de tipo residencial y administrativo, aunque no se descuidaron las propiamente militares como hemos podido comprobar con la reparación de los elementos fortificados. Sin embargo, desde finales de este siglo XVI no volvemos a tener información sobre otras obras, lo que nos hace pensar que ya entonces comienza a decaer su importancia y necesidad.

Seguramente, lo marcado de su carácter militar y estratégico, lo intrincado del emplazamiento y el difícil acceso, hacen innecesario su mantenimiento y penosa la supervivencia en el mismo, por lo que ante la imposibilidad de ser adaptado a funciones no castrenses, se recurre a su abandono.
A finales del siglo XVIII, con motivo de la Visita de la Real Audiencia de Extremadura, se le cita como arruinado: "...Castillo arruinado de en tiempos de moros", lo que manifiesta que el comienzo de su paulatina degradación hubo de iniciarse ya en el siglo anterior, incrementándose hasta nuestros días, llegando al presente estado tan lamentable que ya hemos comentado.

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